El pan nuestro de cada día

Nada más común y más cotidiano que el pan, alimento básico que forma parte de nuestra dieta diaria (o casi diaria) y al que, la mayor veces no le damos la importancia necesaria.

Existen tantos tipos distintos de pan casi como comensales y otras tantas formas de prepararlo. Todos tenemos nuestros truquitos, consejos o recomendaciones, aunque lo cierto es que, como en la mayoría de las cosas, la única forma de conseguir un pan decente es, además de utilizar buenos ingredientes, practicando y practicando en su elaboración. 

Si repetimos la misma receta mil veces, nos saldrá el mismo tipo de pan pero no todos serán exactamente iguales ya que siempre hay alguna particularidad (temperatura, humedad, etc) que hará que el pan obtenido difiera ligeramente de otro hecho en otro momento.

Aunque existen en el mercado multitud de electrodomésticos (panificadoras domésticas) para elaborar pan de una forma sencilla y rápida, no cabe duda que nada mejor que elaborar el pan al estilo más tradicional, es decir, mezclando los ingredientes, dejando fermentar, amasando y horneando.
La receta básica del pan requiere los ingredientes siguientes:


500 gr. de harina de fuerza
350 ml de agua templada
2 cucharaditas de levadura seca
Sal
Aceite
Se mezcla el agua tibia (es importante que el agua no esté fría sino más bien tibia (con 30 seg. en el microondas es más que suficiente, teniendo en cuanta que debe estar tibia y no caliente) con la levadura, removiendo bien hasta que la levadura se disuelva en el agua.

Se mezcla la harina con una pizca de sal y se le añade poco a poco el agua con la levadura, mezclando con las manos hasta obtener una masa homogénea. Amasamos unos 4 o 5 minutos y reservamos esta masa tapada con un paño seco durante para que mantenga la humedad durante unos 15 minutos.

Pasado este tiempo, echamos una cucharada de harina sobre una superficie lisa y volvemos a amasar durante 4 o 5 minutos y volvemos a tapar con un paño durante otros 15 minutos y repetimos esta operación una vez más. 

Reservamos la masa durante una hora y media aproximadamente hasta que la masa fermente y doble su volumen.

Pasado este tiempo, cortamos trozos de masa y vamos formando el pan con la forma deseada (podemos hacer panes pequeños, hogazas, barras, chapatas o la forma que se nos ocurra) y vamos colocando sobre una bandeja de horno previamente forrada con papel de horno y enharinado. Tapamos la bandeja con un paño de cocina y dejamos reposar durante una hora más o menos hasta que el pan doble su tamaño a través de esta última fermentación.

Para cocinar el pan precalentamos el horno a 220º C durante unos 45 minutos aproximadamente hasta que el pan comience a tener un tono durado.

Para que la corteza de la pan esté aún más crujiente, recomendamos colocar un pequeño recipiente dentro del horno con un poco de agua y pulverizar además con agua sobre la masa del pan antes de meterla en el horno. Este exceso de humedad durante la cocción hará que el pan esté aún más crujiente. Si además espolvoreamos sobre el pan un poquito de harina obtendremos un aspecto más rústico de nuestro pan.

Una vez que pruebes tu propio pan hecho en casa, aunque las primeras veces tengan unas formas un tanto extrañas, te sorprenderá su sabor y te olvidarás para siempre de esos panes pre-cocinados  chiclosos y elásticos que nos venden a diario que a la media hora están como suelas de zapatos y no hay quien se los coma.

Aunque esta es la receta del pan tradicional, hay que tener en cuenta que el pan admite casi cualquier ingrediente que queramos añadirle (especias, frutos secos, etc) así que es cuestión de experimentar y, eso sí, ¡¡contarnos el experimento para publicarlo en la Receteca!!

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